viernes, 20 de abril de 2018

DIARIO DE UN PAPA PRIMERIZO: Las nuevas tecnologías

   Ser padre nunca ha sido fácil, pero hoy en día gracias a las nuevas tecnologías lo tenemos un poco menos difícil. 
   Acabamos de comprarnos una minicamara para vigilar al peque y me parece la mejor inversión que podíamos haber hecho. Ha sido un poco cara, pero con ella podemos controlar a Mateo desde cualquier habitación de la casa.
   Además nos da la temperatura del cuarto donde está el niño, tiene sensor de ruido, sensor de movimiento, podemos ponerle nanas o hablarle a distancia. Y lo mejor de todo, podemos verle desde cualquier sitio con nuestros móviles. El niño más vigilado de este pais.


viernes, 13 de abril de 2018

DIARIO DE UN PAPÁ PRIMERIZO: Día 2

   Jueves 2 de Abril. 2018.
   Nuestro segundo día sólos ha ido muy bien. Incluso hemos salido a dar un paseo y tomar un café con el abuelo. Llevarlo en la mochila es todo un éxito. Va super tranquilo y dormido la mayor parte del tiempo. La gente se sorprende al verme por la calle e incluso alguna vieja me paró para poder ver al peque. Lo que no me gusta tanto es cuando la gente se toma la confianza de tocarlo. Toque usted a su nieto, que este niño tiene abuelos propios!


DIARIO DE UN PAPÁ PRIMERIZO: Siento una presencia...



   Cuidar de un hijo tiene cosas maravillosas, pero hay una parte oscura de la que nadie me había hablado. En la soledad de las mañanas hay momentos complicados y difíciles de explicar. Uno de esos momentos viene cuando recibes la llamada de la madre naturaleza y te das cuenta de que no estás solo. Uno intenta llevarlo con la mayor dignidad posible, pero es difícil mantener la serenidad en circunstancias tan comprometidas cuando sientes que alguien te está observando cual paparazzi a la puerta de una discoteca de famosos. Espero no estar volviéndome loco porque aún no oigo voces, pero si siento una presencia.

DIARIO DE UN PAPA PRIMERIZO: Primera mañana solos

   Hoy 11 de abril ha sido nuestra primera mañana sólos. La mamá ha querido empezar a trabajar y nos hemos organizado para que me quede yo cuidando del peque varios días a la semana. 
   El día empezó regular. Mientras mi mujer se preparaba para ir al trabajo le fui dando un buen biberón al niño para asegurarme que mis problemas no vendrían por culpa del hambre, pero en el mismo momento que mi mujer salió por la puerta pude detectar que a Mateo la caca le subía por la espalda. La responsabilidad era totalmente mía como artífice del último cambio de pañal y mi decisión con nocturnidad de ponerle una talla 1 cuando ya habíamos empezado con la talla 2. Supongo que me dió pena dejar pañales pequeños sin usar y tocaba pagar las consecuencias.
Una vez resuelto el problema, la mañana transcurrió con normalidad. 
   A las 10:30 nos preparamos para ir a la seguridad social. A las 11 tenía cita para tramitar la parte de baja de maternidad que me va a ceder mi mujer. Todo iba muy bien. Mateo se quedó dormido en la mochila y el autobús pasó justo a tiempo para llegar a la hora a las oficinas. El problema comenzó al sacar mi turno y darme cuenta que tenía por delante más de una hora de espera. Las veces anteriores nos habían atendido casi sobre la marcha y yo me había confiado. Los nervios comenzaron al darme cuenta que no había traído ningún biberon para alimentar a la bestia cuando se despertase hambrienta. Los turnos parecían no avanzar, y cada vez que Mateo se movía, un escalofrío recorría mi espalda.
   Finalmente, pasadas las 12, llegó mi turno y en unos 20 minutos habíamos terminado de hacer los tramites y pude coger el autobús de vuelta a casa para esperar acompañado de biberones de reserva que la fiera abriese los ojos.

DIARIO DE UN PAPA PRIMERIZO: El sueño

   Una de las cosas más importantes que aprendes al poco de ser padre es intentar aprovechar al máximo los ratos de sueño.
   El problema es cuando tu mujer se va a la ducha dejándote al cargo, y cuando vuelve se encuentra que quien está vigilando es el niño.
   Foto perfecta para presentar mi candidatura a padre del año.

DIARIO DE UN PAPA PRIMERIZO: Nuestro primer bibe

   Dentro de poco mi mujer va a empezar a trabajar así que tenemos que ir preparándonos. Como estamos con lactancia exclusiva (no le damos biberones de fórmula), hemos estado acumulando leche en el frigorífico para cuando la mamá no esté con nosotros. 
   El problema ahora es aprender a tomar esa leche desde un bibe y no directamente desde la teta. Nuestro primer intento fue el lunes 2 de abril y resultó todo un éxito. El biberón que utilizamos es el modelo calma de Medela y es algo especial porque requiere que el bebé haga vacío y succione igual que lo hace en el pecho de la madre.
   Al principio le costó un poco pillar el truco. Se desesperaba al tener la comida tan cerca pero no ser capaz de conseguirla. Pero a los 5 minutos consiguió un primer trago de leche y rápidamente se dió cuanta de cómo funcionaba el asunto. Tan bien se le dió que se tragó algo más de 50 ml en menos de 5 minutos. Creo que nuestra reserva de leche se nos va a quedar pequeña. Este niño es un tragón.

jueves, 12 de abril de 2018

CHEF RODRIGUEZ: Pollo con espinacas y champiñones

  
   Ingredientes:
-Pechuga de Pollo
-Champiñones laminados
-Espinacas
-Leche evaporada
-Queso parmesano rallado
-Cebolla
-Ajo
-Aceite
-Sal
-Pimienta
   Salpimentamos las pechugas y las doramos en una sartén. Apartamos en un plato.
   En la misma sartén sofreimos media cebolla y un diente de ajo picado. Añadimos los champiñones laminados y las espinacas. Una vez cocinados echamos la leche evaporada y el queso parmesano hasta tener el espesor deseado. Recuperamos el pollo.
   Con pasta está espectacular!

lunes, 9 de abril de 2018

DIARIO DE UN PAPA PRIMERIZO: Clases post-parto

   Martes 27 de Marzo de 2018.
   Hoy hemos empezado a acudir a unas clases post-parto que dan las matronas que nos atendieron durante el embarazo en el mismo centro de salud del parque.
   El curso lo dan en la sala donde las mamás hacen sus ejercicios de preparación al parto, así que está lleno de colchonetas y balones gigantes. Todos nos sentamos en las colchonetas con nuestros bebés y vamos hablando sobre diferentes temas.
   Hoy le han explicado a mi mujer cómo hacer ejercicios de recuperación. Se tratan de unos movimientos con la respiración para fortalecer de nuevo las zonas debilitadas tras el parto como el suelo pélvico. También hemos hablado sobre las dificultades que nos vamos encontrando. En ese sentido había de todo. Bebés que comen mucho, bebés que comen poco, etc. Es agradable compartir las experiencias con otras personas y ver que todos pasamos por dificultades con nuestros niños.
   Mateo era el más pequeño de la clase. Aún no tiene un mes y de los otros niños el más pequeño ya casi tenía 3 meses. De todas formas se portó bastante bien. Solo lloró un poco y rápidamente mi mujer le dió el pecho y se tranquilizó.
   De hecho casi todas las madre sacaron la teta en algún momento, y aunque sé que es algo natural no sé para dónde mirar en esos momentos. Además, hasta última hora fuí el único papá en la clase.

martes, 3 de abril de 2018

DIARIO DE UN PAPA PRIMERIZO: El parto II

   De alguna manera estaba escrito que el 28 de Febrero de 2018 iba a ser un día especial, y en los días especiales ocurren cosas especiales.
   Me despertó el sonido de mi teléfono móvil. Era mi madre para decirme que ya se acercaba el momento y de paso preguntarme si había mirado por la ventana.
   Me levanté del incómodo sillón y me asomé por la cristalera de la habitación. No me lo podía creer, estaba nevando! Los coches del aparcamiento, los jardines y los prados que rodeaban el hospital amanecían cubiertos de una blanca capa de nieve. Parecía como si alguien desde algún sitio quisiese poner un toque aún más mágico a un día que recordaremos para siempre.
   Rápidamente me dirigí de nuevo a la zona de dilatación donde estaban mi mujer y mi madre. Eran las 8 de la mañana. Mi mujer había conseguido dormir un poco y se la veía más descansada. Ya había dilatado bastante, pero aun le quedaba mucho. Nos dijeron que el niño no nacería antes del medio día, así que me escapé un rato a la cafetería del hospital a desayunar algo. La noche la había aguantado con unas barritas energéticas que casi sin querer había metido en la maleta, pero mi estómago ya pedía algo más contundente.
   Ya con las pilas cargadas regresé junto a mi mujer y ya no me separé de ella hasta que fuimos 3. El resto de la mañana pasó relativamente rápido. Cada poco venían a comprobar cómo iba la dilatación y la frecuencia de las contracciones. Gracias a la epidural mi mujer no tenía demasiados dolores y el anestesista le había indicado un botón para pulsar en caso de que las molestias aumentasen y darse un chute extra de anestesia. Cuando las matronas se enteraron de esto querían matarle. Al parecer ya se había pasado con la dosis de todas las embarazadas de esa noche y eso era la gota que colmaba el vaso. Supuestamente es necesario que la embarazada sienta algo de dolor para identificar las contracciones y saber cuando empujar, pero allí nadie sentía nada. Según las matronas todos los partos estaban "bloqueados". Bueno, todos no. Una valiente que decidió no utilizar la epidural gritaba como si la estuviese interrogando la santa inquisición. Por un momento pensamos temimos que eso fuera lo normal, hasta que nos confirmaron que la chica no había querido la anestesia y respiramos más tranquilos.
   Pasadas unas horas nos dijeron que era el momento de empezar a empujar y una de las matronas junto con una estudiante se quedó con nosotros para ayudarnos. Cada vez que el monitor indicaba una contracción mandaba a mi mujer que empujase aguantando la respiración mientras que ella metía los dedos para ayudar a ensanchar el hueco por el que debía de salir el bebé. Ya no se ni las veces que le escuché decir a esa mujer: ahora puja, fuerte, fuerte, fuerte, puja, puja, aguanta, aguanta, puja, fuerte, fuerte, fuerte, descansa. Poco a poco la cosa fue avanzando y a una de estas que me dio por asomarme ya se veía parte de la cabecita del bebe como un coco peludo que intentaba salir.
   La situación se repetía una y otra vez, pero no conseguían que la cabeza asomase del todo. Cada poco venía la ginecóloga para ver como evolucionaba la cosa y en una de estas se percató que el liquido que salía estaba manchado, lo cual era señal de que el bebé se había hecho caca. Nos dijeron que era normal y que no pasaba nada, pero yo pude notar como desde ese momento las matronas empezaron a acelerar todo el proceso. De hecho no tardaron en pasarnos al paritorio para terminar el parto. Al parecer, el bebé venía con una vuelta de cordón y por eso no terminaba de asomar la cabeza. En cada contracción mi mujer conseguía bajarlo hasta la salida, pero al dejar de empujar el cordón volvía a tirar de él para dentro. La ginecóloga estuvo muy acertada al darse cuenta del peligro.
   Tal era la prisa por sacar al bebé que no dudaron en tirar de bisturí y darle un buen corte a mi mujer ahí abajo. Al mismo tiempo una de las matronas se tumbaba sobre el pecho de mi mujer para empujar desde arriba. No se como de tensa era la situación porque desde el desconocimiento no te enteras de nada, pero no me parecía muy cotidiano el procedimiento. Además, eramos en el paritorio 8 personas. Mi mujer (por supuesto), mi madre, dos matronas, una estudiante, la ginecóloga, una auxiliar y yo.
   Yo permanecía junto con mi madre a la altura de la cabeza de mi mujer hasta que la estudiante me hizo un gesto para que me acercase a mirar y apenas me dió tiempo a asomarme cuando de dos empujones más apareció Mateo.
   Durante todo el embarazo había tenido mucho miedo de cómo reaccionaria en el parto. No soy una persona demasiado aprensiva, pero las imágenes que se llegan a ver no son del todo agradables. Sin embargo, es cómo si lo que estás viendo estuviese en un segundo plano. Al asomarme y ver aquel tremendo corte y toda aquella sangre no sentí miedo ninguno. Es como si mis ojos viesen solo lo importante, y lo importante sucedió a los pocos segundos cuando salió mi pequeño. Recordaré ese momento como uno de los más felices de mi vida. Acabábamos de traer al mundo algo nuestro. Mi mujer lo había hecho posible. Lo habíamos conseguido.
   La sensación de alivio fue general. Desde la propia madre hasta las matronas. Tengo la sensación de que el parto fue mucho más delicado de lo que nunca nos dirán. De hecho a Mateo se lo llevaron inmediatamente a la pediatra para examinarlo. Según ellas para asegurarse de que no había tragado el líquido con su caca, pero yo creo que querían asegurarse que todo estaba bién. La propia pediatra vino a los 5 minutos para tranquilizarnos. Nos dijo que no había ningún problema y nos dió la enhorabuena.
   La felicidad fue completa cuando a los 10 minutos nos lo trajeron y ya pudimos verle bien. El pobre tenía la cabeza toda ahuevada hacia su lado izquierdo fruto de tanto tiempo entrando y saliendo. Tenia un gorrito que le cubría su tremenda mata de pelo negro heredado de la madre sin ninguna duda. No lloró casi nada. Ni siquiera cuando le metieron en los ojos una pomada de antibiótico o le pincharon.
   Ya con él en brazos, esperamos a que terminasen de coser a mi mujer durante un largo rato porque el corte era bien grande, y finalmente volvimos a la habitación donde había estado dilatando.
   En ese momento comenzaba nuestra nueva vida. Desde ese instante dejamos de ser dos para ser tres. Mateo ya estaba con nosotros.