La que debía ser la mejor de las tres ecografías resultó un chasco total. Al parecer el bebé estaba torcido y el doctor tampoco estaba por la labor de perder mucho tiempo buscando un buen ángulo. Según él, por más que lo intentásemos no íbamos a conseguir una imagen mejor. Pero la verdad es que después de tomar todas las mediciones protocolarias tampoco nos dedicó mucho más tiempo.
En la imagen pudimos ver por ráfagas diferentes partes del cuerpo, pero de manera muy difuminada. Por lo menos todos los parámetros estaban correctos, que al fin y al cabo, es lo más importante. La pena es que nos quedamos sin la que supuestamente iba a ser la mejor foto de nuestro bebé.
Me preocupó un poco cuando nos dijo que Mateo aún no se ha dado la vuelta. Es decir, sigue con la cabeza para arriba. Lo cual no es bueno porque así no puede salir llegado el momento del parto y habría cesarea. La notícia nos sorprendió porque la última vez que vimos a la matrona nos había dicho que ya estaba en posición. Claro que nos lo dijo al palpar la barriga de la madre, lo cual, lógicamente es mucho menos fiable que una ecografía. De todas formas el médico nos tranquilizó diciéndonos que aún es pronto y que sobra tiempo para que se de la vuelta.
En caso de que no haya cambios, en nuestra próxima visita al tocólogo ya verían que medidas tomar. Como por ejemplo intentar girarlo manualmente. Es un procedimiento bastante común, pero sólo tiene éxito en un 60% de los casos y resulta fastidioso. Hay que sedar a la mamá y puede ser un poco doloroso mientras que le manipulan la barriga. Esperemos que Mateo sea un niño bueno y se ponga él solito en posición.
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