Hemos tenido que hacerlo. No nos ha quedado más remedio. Y es que de tanto tiempo que pasa tumbado a nuestro pequeño le había salido una calva alrededor de toda la cabeza que había convertido su preciosa melena morena en el peinado del último mohicano.
Así que después de debatirlo largamente decidimos poner cartas en el asunto y cortarle el pelo. Como apenas tiene 3 meses no era plan de llevarlo a la peluquería, así que lo hicimos nosotros mismos en el baño de casa con una pequeña afeitadora eléctrica que tenemos. Al principio nos costó un poco porque no se estaba quieto, pero después de practicar un poco fue todo mucho más rápido.
Finalmente conseguimos igualar su peinado afeitando toda la parte inferior y la verdad que ha quedado mejor de lo que esperábamos. Ahora tiene un look mucho más moderno lo que está claro es que va a pasar menos calor durante el verano.
lunes, 18 de junio de 2018
DIARIO DE UN PAPA PRIMERIZO: Miedo
Hoy he descubierto una nueva definición de la palabra miedo.
Miedo es salir a dar un paseo con Mateo y que cuando estás a media hora de casa empiece a llorar como un poseído. Es en ese momento cuando empiezas a buscar y te das cuenta de que te has olvidado el chupo en casa. Por supuesto tampoco has traido un biberón con leche.
Empiezas a sudar frío pensando en las posibles alternativas: echar a correr para casa, pillar un taxi, abandonar carricoche y niño y comenzar una nueva vida en un país extranjero...
Entonces una vieja comienza a increparme: ¿qué le pasa a esi neñu?, ¿no trajiste agua?, pero si no echa ni una lágrima...
Acelero el paso y la vieja se pone a mi lado. La madre que la parió. Cruzo la calle y consigo darle esquinazo.
Intento darle a Mateo sus juguetes para distraerlo pero nada. Entonces se me ocurre sacar el móvil y enseñarle la pantalla. Milagro, la luz llama su atención y deja de llorar. Entonces llegamos a una zona adoquinada y el traqueteo del carricoche lo adormece. Bomba desactivada. Sólo han sido los 15 minutos más terroríficos de mi vida.
Miedo es salir a dar un paseo con Mateo y que cuando estás a media hora de casa empiece a llorar como un poseído. Es en ese momento cuando empiezas a buscar y te das cuenta de que te has olvidado el chupo en casa. Por supuesto tampoco has traido un biberón con leche.
Empiezas a sudar frío pensando en las posibles alternativas: echar a correr para casa, pillar un taxi, abandonar carricoche y niño y comenzar una nueva vida en un país extranjero...
Entonces una vieja comienza a increparme: ¿qué le pasa a esi neñu?, ¿no trajiste agua?, pero si no echa ni una lágrima...
Acelero el paso y la vieja se pone a mi lado. La madre que la parió. Cruzo la calle y consigo darle esquinazo.
Intento darle a Mateo sus juguetes para distraerlo pero nada. Entonces se me ocurre sacar el móvil y enseñarle la pantalla. Milagro, la luz llama su atención y deja de llorar. Entonces llegamos a una zona adoquinada y el traqueteo del carricoche lo adormece. Bomba desactivada. Sólo han sido los 15 minutos más terroríficos de mi vida.
jueves, 14 de junio de 2018
CHEF RODRÍGUEZ: Carpaccio de Langostinos con su aceite
Ingredientes:
-Langostinos
-Aceite
-Eneldo
-Sal
-Crujiente de cebolla
Pelamos las colas de los langostinos y una por una las aplastamos entre dos papeles de horno ayudándonos del culo de una olla. Las reservamos en la nevera.
Para el aceite de langostinos sofreímos en un cazo las cabezas que nos habían sobrado. Las sacamos a un mortero y machacamos bien para que suelten todos los jugos. Volvemos a depositar todo en el cazo y añadimos más aceite y sal. Dejamos cocinar a fuego muy lento unos minutos. Para terminar pasamos todo por un colador.
Sacamos los langostinos de la nevera y los colocamos en una fuente. Los salamos con sal maldon, y añadimos la cebolla crujiente y un poco de eneldo. Terminamos con un chorrito del aceite de langostinos.
DIARIO DE UN PAPA PRIMERIZO: Los 3 primeros meses
Y sin apenas darnos cuenta ya han pasado 3 meses desde que Mateo está con nosotros. Han sido unos meses intensos llenos de cambios y retos que hemos ido superando bastante bien. Al fin y al cabo este es un proceso de aprendizaje permanente. Nosotros aprendemos de Mateo y él aprende de nosotros y así día a día nos vamos adaptando a lo que va viniendo.
En líneas generales creo que hemos tenido suerte. Mateo es un bebé muy bueno que solo llora cuando tiene hambre. Por las noches duerme ciclos largos de entre 4 y 6 horas y hemos conseguido que se duerma sólo. Lo dejamos en su minicuna después de cenar con la luz apagada y lo vigilamos con la cámara de video desde el salón. Tarda unos minutos, pero se queda frito.
Durante el día duerme menos. Se pega minisiestas de 15 - 20 minutos en su hamaca cuando estamos en casa y cuando salimos duerme mucho mejor. Le encanta el traqueteo del carricoche o el ruido de los bares. En esos momentos sí que puede dormir más de una hora.
Sus minisiestas están bien, pero no dejan tiempo para hacer nada. Yo que me quedo con él por las mañanas estoy desarrollando técnicas ninja para no despertarlo. Alguna vez se ha despertado con el simple chasquido de mi rodilla al intentar alejarme sigilosamente. Y es que aprovecho cada vez que cierra los ojos para adelantar cosas. Mandar un mail del trabajo, hacer alguna llamada, fregar cacharros, vestirme, ir al baño. Cada minuto es oro. Cuando está despierto no es que dé ningún problema, pero reclama atención permanente.
En ocasiones, cuando no se duerme, lo tengo que llevar conmigo por toda la casa en su hamaquita. Parecemos una procesión de semana santa. Voy a lavar los dientes, conmigo al baño. Voy a vestirme, conmigo a la habitación. Voy a calentar su biberón, conmigo a la cocina. Mientras que me está viendo está tranquilo. Ahora que si deja de verme durante 5 segundos saca a relucir esa voz de tenor que la naturaleza le ha dado y grita cómo si cantase Rigoletto.
Otra cosa curiosa que hemos notado es que le encanta la calle. Ya nos ha pasado varias veces que empieza a llorar como un loco cuando lo metemos en el carricoche, pero es abrir la puerta de la calle y asomarlo al descansillo y se queda totalmente callado.
En definitiva, estamos contentos con el niño que nos ha tocado. Aunque algo tendremos que ver nosotros en ello.
En líneas generales creo que hemos tenido suerte. Mateo es un bebé muy bueno que solo llora cuando tiene hambre. Por las noches duerme ciclos largos de entre 4 y 6 horas y hemos conseguido que se duerma sólo. Lo dejamos en su minicuna después de cenar con la luz apagada y lo vigilamos con la cámara de video desde el salón. Tarda unos minutos, pero se queda frito.
Durante el día duerme menos. Se pega minisiestas de 15 - 20 minutos en su hamaca cuando estamos en casa y cuando salimos duerme mucho mejor. Le encanta el traqueteo del carricoche o el ruido de los bares. En esos momentos sí que puede dormir más de una hora.
Sus minisiestas están bien, pero no dejan tiempo para hacer nada. Yo que me quedo con él por las mañanas estoy desarrollando técnicas ninja para no despertarlo. Alguna vez se ha despertado con el simple chasquido de mi rodilla al intentar alejarme sigilosamente. Y es que aprovecho cada vez que cierra los ojos para adelantar cosas. Mandar un mail del trabajo, hacer alguna llamada, fregar cacharros, vestirme, ir al baño. Cada minuto es oro. Cuando está despierto no es que dé ningún problema, pero reclama atención permanente.
En ocasiones, cuando no se duerme, lo tengo que llevar conmigo por toda la casa en su hamaquita. Parecemos una procesión de semana santa. Voy a lavar los dientes, conmigo al baño. Voy a vestirme, conmigo a la habitación. Voy a calentar su biberón, conmigo a la cocina. Mientras que me está viendo está tranquilo. Ahora que si deja de verme durante 5 segundos saca a relucir esa voz de tenor que la naturaleza le ha dado y grita cómo si cantase Rigoletto.
Otra cosa curiosa que hemos notado es que le encanta la calle. Ya nos ha pasado varias veces que empieza a llorar como un loco cuando lo metemos en el carricoche, pero es abrir la puerta de la calle y asomarlo al descansillo y se queda totalmente callado.
En definitiva, estamos contentos con el niño que nos ha tocado. Aunque algo tendremos que ver nosotros en ello.
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