El viernes 11 de agosto a las 10:40 de la mañana teníamos la cita para nuestra primera ecografía. Al llegar a la consulta nos encontramos con una antigua compañera de colegio que estaba esperando junto a su marido para hacerse la segunda ecografía de su segundo hijo. La conozco desde los cuatro años. Curioso como ha pasado el tiempo.
Nos sentamos a esperar mientras leíamos los carteles informativos. Nos llevamos un chasco al ver que no se podía utilizar el móvil dentro de la consulta. Nuestra intención era hacer alguna foto a la pantalla y sin el teléfono era imposible.
No tardaron en llamarnos y pasamos junto a mi madre que nos quiso acompañar. El médico resultó muy agradable. Shila se sentó en la camilla y pronto empezamos a ver en una pequeña pantalla que había en la pared las primeras imágenes. Yo me había imaginado que se vería una mancha sin forma aparente, pero nada más lejos de la realidad. A pesar del poco tiempo de embarazo, se veía una forma perfectamente definida y en función de los movimientos que hacía el medico, se apreciaban perfectamente los brazos, las piernas e incluso los dedos. Incluso para conseguir mejores imágenes, el médico apretaba la barriga y el bebé cambiaba de postura. Resultó impresionante y emocionante.
El mejor momento fue cuando comentamos que era una pena que no se pudiese conocer el sexo tan pronto y el médico se giró con cara de sorpresa diciendo - ¿cómo que no se puede? ¿Queréis saberlo?
En ese momento mi madre comenzó a gritar mientas se metía en la habitación contigua -Yo no quiero saberlo, eh! A mi no me digáis nada!
Así que esperamos a que saliese la futura abuela y entonces el medico nos dió la noticia: es un niño. Menuda emoción que sentí en ese momento. Aunque también nos dijo que no comprásemos nada hasta la confirmación definitiva en la segunda eco. También pudimos escuchar los latidos del corazón, que sonaban a tambores de guerra y el propio médico nos imprimió una fotografía para el recuerdo. La primera imagen de nuestro futuro hijo.
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