La vida puede cambiar en cuestión de segundos, y aunque haya cambios que sean planificados, uno no se da cuenta de la verdadera dimensión que tienen hasta que te los encuentras de frente una mañana de domingo al volver a casa después de pasar la noche celebrando la despedida de soltero de un buen amigo. Había sido una noche tranquila de parrillada en casa de mis abuelos, jugando al FIFA y al Risk, hablando entre colegas de tonterías y de cosas serias. A esas horas ya todo había cambiado, solamente que yo aún no lo sabía.
Este cambio en mi vida tenia forma de dos pequeñas rayitas en un test de embarazo. Las grandes noticias no necesitan mucho espacio. Era domingo 18 de Junio de 2017, hacía un día precioso, y mi mujer me esperaba al salir de la ducha sujetando en su mano el aparatito blanco. Nos abrazamos, y entre todos los sentimientos que se arremolinaban en mi interior sentí sobre todo dos cosas: alegría y orgullo.
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