martes, 27 de marzo de 2018

DIARIO DE UN PAPA PRIMERIZO: Nuestra primera noche solos

   El sábado 24 de Marzo de 2018 pasará a la historia como el primer día que Mateo y yo nos quedamos solos en casa. En principio puede no parecer gran cosa, pero para un bebé que es adicto a la teta de su mamá es todo un mérito estar unas cuantas horas sin su dosis de leche.
   El tema es que la mamá tenía una cena con unas amigas y era una pena que no pudiese ir. Así que nos organizamos para que el bebé quedase bien cenado justo antes de que mi mujer a las 11 de la noche cogiese un taxi en la puerta de casa.
   Estuvo a punto de darme un ataque de pánico cuando, acabando de cerrar mi mujer la puerta de casa, Mateo empezó a llorar. Por un momento pensé en asomarme a la ventana y abortar la misión al grito de "no nos abandones"! Pero por suerte el pequeño se calmó y como consecuencia el papá se calmó también. 
   Como Mateo estaba un poco ansioso decidí portearlo, y aunque al principio intentó resistirse un poco, terminó quedándose tranquilo.
   Una vez la situación estuvo controlada me pedí una pizza y me preparé una buena jarra de cerveza. La pizza me la tuve que comer dando paseos por la casa porque Mateo quiere mucho a su padre y decidió que lo mejor sería que su papá hiciese ejercicio para bajar mejor las calorías que se estaba comiendo. Con tanto paseo la cabeza del peque terminó llena de migas de pizza y puede que con un cierto olor a carbonara, pero por suerte una vez que vió que ya habíamos hecho suficiente cardio se quedó profundamente dormido.
   Aproveché entonces para sentarme en el sofá y ver una película. Todo estaba saliendo a la perfección. De hecho pensé que habíamos superado la prueba, pero ya casi al final de la película la jarra de cerveza empezó a hacer efecto y me entraron unas ganas tremendas de ir al baño. Algo que en principio no debería suponer ningún problema es toda una misión imposible con un bebé dormido atado al pecho. Para no despertarlo los movimientos tienen que ser como los de un ninja y por supuesto olvídate de encender la luz. Una vez en el baño la sensación era la de estar meando con un cinturón de yihadista. Cualquier fallo podía ser fatal y terminar ocasionando el despertar de una bestia hambrienta gritando de tal manera que hasta su madre lo iba a oír desde el restaurante.
   Finalmente no ocurrió nada y pude volver a terminar de ver mi película. Decidí no volver a tentar la suerte y me quedé inmóvil en el sofá viendo la tele hasta que la madre llegó de vuelta a las 3:15 de la mañana. Mateo seguia dormido y yo había cumplido mi misión.  

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