Pues bien, señores y señoras, en la vida siempre hay una primera vez para todo, nunca digas nunca, de este agua no beberé, no se debe escupir para arriba, etc, etc. El caso es que el otro día (26/08/2018) por la noche nos despertamos sobresaltados por un estruendo dentro de la habitación. Al parecer mi mujer le había terminado de dar el pecho a Mateo y ambos se quedaron dormidos plácidamente en la cama. Como mi mujer teme que sin darme cuenta aplaste a nuestro hijo cuando me giro dormido, siempre lo coloca a su lado, pero por el lado exterior del colchón. Lo que pasa es que justo esta semana, nuestro pequeño ha aprendido a girarse sobre si mismo, lo cual es todo un progreso para sus poco más de 5 meses, pero que ya le ha traído su primer gran susto.
Así que lo que suponemos que ha ocurrido es que mientras papá y mamá dormían, Mateo se ha girado y se ha escurrido por el hueco que queda entre nuestra cama y su minicuna. No es que sea mucha altura, pero la suficiente como para despertarnos con el ruido del golpe. Si sumamos esto a la repentina desaparición del niño lo que nos queda es un buen susto que nos llevamos.
Lo bueno es que precisamente todo ha quedado en un susto. Mateo, como es lógico, estuvo llorando unos segundos pero se le pasó muy rápido cuando lo cogimos en cuello. Tampoco hemos localizado ningún chichón ni marca del golpe así que la caída parece no haber tenido consecuencias en Mateo, seguramente ha salido peor parada la madera del suelo.